Coaching Oncológico: Una nueva perspectiva sobre el cáncer

10847790_10204611281818676_8200354864579778210_n«Si yo he podido superar un cáncer, tu también puedes»: este es el mantra que quiero transmitir en estas líneas desde la humilde perspectiva de una chica de 32 años que, hace casi 5, venció un pulso a vida o muerte contra un rival demasiado fuerte, demasiado agresivo. Un rival al que, todavía hoy, en pleno siglo XXI, a muchos todavía les cuesta nombrar: El cáncer. He sobrevivido a un cáncer, tras 2 años de quimios, radioterapia, hospitales, transfusiones, miedo e incertidumbre. A pesar de que los médicos me dieron muy mal pronóstico, desde el minuto uno tuve claro que quería vivir, y que iba a luchar por mi vida con todas mis fuerzas.

El coaching es, básicamente, un proceso de cambio orientado a alcanzar un objetivo. Yo tenía claro cuál era mi objetivo: Vivir. No podía permitirme pagar los servicios de un coach que me asesorase y acompañase en la carrera de fondo cuya meta, lejana y aparentemente inalcanzable, era superar la enfermedad. Es probable que ningún coach hubiera aceptado orientarme para poder alcanzar mi tremendamente ambicioso objetivo: la supervivencia. Por eso, con ayuda de los médicos y de mi familia, aprendí a ser mi propio coach; me construí una coraza de motivación y positivismo, decidida y empeñada en superar la enfermedad. Porque, «si sales a ganar, tienes el 50% de posibilidades de conseguirlo». La actitud es un factor fundamental a la hora de enfrentarse a un cáncer: aunque cueste (a un@s más que a otr@s), es imprescindible mantener una actitud positiva, resuelta, para afrontar los tratamientos y sus efectos secundarios. La caída del cabello, la debilidad, la fatiga física, la ansiedad, las náuseas y vómitos, la irritación de piel y mucosas, las infecciones debido a la bajada de defensas del sistema inmunológico, el dolor, la angustia, las estancias hospitalarias, las constantes analíticas de sangre y pruebas médicas de diversa índole… Todo se hace más llevadero con una sonrisa. No debemos olvidar que, el fin de todo ello es conservar nuestra vida, acabar con la enfermedad ¿Acaso no merece la pena sacrificarse un poco para alcanzar ese valioso objetivo? Afronté cada etapa de la enfermedad como una nueva etapa de aprendizaje. Aprendí a valorar cada pequeño detalle, aprendí cosas que, sin pasar por esta experiencia, jamás habría aprendido (pese a los cientos de libros que he leído en mi vida y muchos años de Universidad).

Y todo ello, gracias a los cambios que se produjeron en mis actitudes, en mi forma de afrontar la enfermedad. Sólo eché en falta una cosa: el conocer a alguien que hubiera superado un cáncer y que fuese mi mentor, mi guía, ante una enfermedad que hasta entonces desconocía totalmente. Decidí compartir mi aprendizaje en el ciberespacio, contar mis experiencias en un blog. A través de él llegaron a mi vida muchas personas que se encontraban perdidas, a la deriva, viviendo (o ellas o algún familiar) lo mismo que yo estaba viviendo. Es realmente motivador y muy gratificante poder ayudar a otros, aconsejarles desde tu humilde experiencia, tranquilizarles, transmitirles apoyo y cariño. Así fue como, sin saberlo, acuñé el término «coaching oncológico»: Tras 2 años de mi vida luchando contra un cáncer, hoy soy capaz de transmitir a otros lo que vivido y aprendido. He conseguido ser mi propio coach oncológico y, desde hoy mismo, si me necesitas, también puedo ser el tuyo…

Vanesa Sáez
La terapia del canguro
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